Hasta aquí analizamos
los sensores de puerta, uno de los sistemas de alarma más
básicos. Actualmente, solo los paquetes más baratos
de alarmas para vehículos confían en estos sensores
como único sistema de protección. Los sistemas de
alarma avanzados dependen, entre otras cosas, de los sensores de
choque para disuadir a los ladrones.
La idea de un sensor de choque es bastante simple: si alguien golpea
o mueve de manera violenta el vehículo, el sensor envía
una señal al cerebro que indica la intensidad del movimiento.
Dependiendo de la severidad del choque y cómo esté
programado el cerebro, se activará una señal sonora
simple de la sirena o bien el disparo completo.
Hay muchas maneras de construir un sensor de choque. El más
simple es un contacto de metal largo flexible colocado apenas sobre
otro contacto de metal: cuando se tocan, la corriente fluye entre
ellos. Una sacudida substancial hará mover al contacto flexible
de modo que toque el contacto de abajo, cerrando el circuito brevemente.
El problema con este diseño es que todos los choques o vibraciones
cierran el circuito de la misma manera. El cerebro no tiene ninguna
manera de medir la intensidad de la sacudida, por lo que puede dar
lugar a disparos de alarma falsos.
Los sensores mas avanzados envían diversas informaciones
dependiendo de cuán severo sea el impacto. El sensor tiene
solamente tres elementos importantes:
- Un contacto eléctrico central en una cubierta del cilindro.
- Varios contactos eléctricos más pequeños
en el fondo de la cubierta.
- Una bola de metal que puede moverse libremente en la cubierta.
En cualquier posición de reclinación posible, la bola
de metal está tocando el contacto eléctrico central
y uno de los contactos eléctricos más pequeños.
Esto cierra un circuito, enviando una corriente eléctrica
al cerebro. Cada uno de los contactos pequeños está
conectado al cerebro. De esta manera mantiene los circuitos separados
y puede diferenciar la clase de agresión del impacto recibido.
Cuando se mueve el sensor, al golpearse o sacudirse, la bola se
desplaza sobre la cubierta. En cuanto toca uno de los contactos
eléctricos más pequeños, rompe la conexión
de ese contacto particular y del contacto central. Esto abre el
interruptor, indicando al cerebro que la bola se ha movido.
Si el sensor experimenta un choque más severo, la bola rueda
una mayor distancia, pasando sobre los contactos eléctricos
más pequeños antes de detenerse. Cuando sucede esto,
el cerebro recibe brevemente explosiones de la corriente de todos
los circuitos individuales. Basado en cuántas explosiones
recibe y cuánto tiempo duran, el cerebro puede determinar
la severidad del choque. Para los cambios muy pequeños, donde
la bola rueda solamente de un contacto al inmediato siguiente, el
cerebro no acciona el disparo. Para cambios levemente más
grandes, por ejemplo una persona que mueve un vehículo estacionando
otro, el cerebro puede dar una señal de peligro, lo que se
conoce como pre-alarma: un toque de sirena o bien un flash de luces.
Cuando la bola rueda una buena distancia, el cerebro debe accionar
el disparo completo de la sirena.
En muchos sistemas de alarma modernos, los sensores de choque son
los detectores primarios del hurto, pero se juntan generalmente
con otros dispositivos.
Seguidamente veremos algunos otros tipos de sensores que indican
al cerebro cuándo algo es incorrecto.
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